En Halloween ¡No te disfraces!

Texto creado por Carmelo Ríos Ferrer

   La palabra Halloween, se trata de la contracción de la expresión inglesa “All Hallow’s Eve”. Literalmente, significa “Víspera de Todos los Santos”.

   Era una celebración dedicada al recuerdo y la paz de los que habían dejado este mundo. Es una festividad de origen celta que fue también adoptada por los romanos, que la llamaban Feralia. Los celtas, mucho antes, la denominaban Samhaim o La Semon, y marcaba el final de las cosechas.

   Aproximadamente el 31 de octubre se dice que las brujas aumentaban su poder y los druidas, auténticos magos blancos y herederos de los sacerdotes de Atlántis, eran dotados entonces por la Madre Naturaleza de la facultad de la adivinación o de predicción del futuro y se incrementaban sus poderes en la lucha contra el mal.

   Los druidas, para compensar la llegada y el incremento de los poderes de la oscuridad, ya que se abría una suerte de portal por el cual las fuerzas del astral, almas perdidas, espíritus perversos y elementales tenían mayor influencia sobre nuestra dimensión humana, y buscaban cuerpos humanos para habitarlos, con objeto de exorcizarlos o controlarlos realizaban ritos y potentes ceremonias de fuego.

   En la actualidad, sobre todo por la influencia americana y anglosajona, y en particular por el mercantilismo, la negación de nuestra propia cultura ancestral, durante la noche de Halloween los habitantes de las ciudades se disfrazan de forma horrible, monstruosa, abyecta, que deforma la belleza, la inocencia, sobre todo de los niños.

   Debería, por el contrario, aumentarse la plegaria, los ritos luminosos, la influencia de la música sagrada. Encender hogueras de san Juan, dejar velas encendidas e incienso de sándalo, unas rosas rojas, aroma de rosas, perfume de rosas.

   Propiciarse el amor, la belleza, la dulzura, la armonía, y sobre todo ¡nunca, nunca disfrazar a los niños de cadáveres en descomposición, de demonios, brujas maléficas o vampiros que deforman el arquetipo original divino de belleza y amor, y que atraen formas astrales de muy baja frecuencia) y entidades del más bajo astral.

   No son raros los casos de obsesión y de posesión astral que se producen en estos días, debido precisamente a que se abre una puerta que ha de permanecer cerrada y a la cual las gentes se acercan de forma similar y reconocible por esas entidades. Añádase a ello el uso del alcohol y las drogas en esas mismas fechas, y se tendrá una puerta abierta de par en par de imprevisible e invisible consecuencias.

   Los niños y las niñas deberían ser revestidos con ropajes de naturaleza, como las sacerdotisas celtas y los druidas, con colores blancos, con vestimentas – no con disfraces – de ángeles, de héroes, de caballeros, de guerreros espirituales, pues tal es la misión del ser humano sobre esta tierra: aumentar el bien, la bondad, la compasión, la alegría, luchar contra la oscuridad y elevar a todos los reinos a su condición de luminiscencia, belleza, armonía y justicia divina.

Carmelo H. Ríos Ferrer